Escribo este texto la misma noche en que vi a Arturo ejecutar en su último ensamble de la carrera. Mientras lo veía bailar fue imposible no traer de vuelta los recuerdos de todo lo que vivimos juntos durante la Universidad. Ese primer semestre de 2018, en el que Arturo y yo nos conocimos, no teníamos ni idea de en donde íbamos a terminar al final de este proceso, definitivamente estábamos llenos de miedo. Hoy creo que tampoco sabemos para donde vamos, pero el miedo se ha transformado en autoconfianza y en pasión por el proceso.
Comenzaré por decir que una de las cosas que más me impresionó de Arturo en primer semestre de la carrera, es que sin haber estudiado nada de artes antes en su vida, ya tenía un gran trabajo adelantado al tener una personalidad tan arrolladora. Desde el inicio eso le permitió tomar riesgos y salir de sus lugares conocidos, pero en contra de lo que él pensaba, eso no significaba tener todo resuelto. Yo admiraba su personalidad porque lo hacía sentir presente, su voz, su estatura, sus chistes, inmediatamente lo hacían notar.
Aquí encuentro yo una de las diferencias más grandes en Arturo tras su paso por la carrera.
a. Hoy, Arturo cruza esa misma puerta, quizá en silencio, quizá sin decir mucho, sin ¨hacerse notar¨, y aún así remueve el espacio y la energía de forma arrolladora. Allí veo yo una de sus fortalezas más grandes como ejecutante.
El ciclo básico definitivamente significó una etapa de adaptación para Arturo. Cómo todo proceso de adaptación, lo llevó a entrar en crisis y sobre todo a hacerse muchas preguntas. Algunas con respuestas más fáciles de encontrar, otras probablemente siguen sin responderse. Yo considero un acierto enorme esa capacidad de cuestionar su entorno y a sí mismo dentro de él. Esto era evidente en las clases de puesta en escena, en las que Arturo con comodidad planteaba preguntas, redireccionaba las sesiones y componía ideas cargadas de trasfondo y significado. Siempre he percibido en él una gran capacidad de dirección, que hoy en día ha logrado desarrollar un poco más.
Así entonces, a Arturo no le tomó mucho tiempo encontrar sus referentes en la carrera, en términos expresivos y técnicos, desde el inició él decidió proyectarse en compañeros de semestres más altos, un arma de doble filo. En este proceso construyó algunas de las amistades más fuertes, recibió guía y retroalimentación de personas que tenían perspectivas diferentes, y entendió mejor que se venía para nosotros en la carrera. También, sembró una expectativa de sí mismo demasiado alta, que en ese momento en el que apenas empezaba su carrera, de vez en cuando lo pasmaba.
En 2019, compartimos nuestro primer ensamble. Un proceso acompañado por la maestra Neva Kenny. Curiosamente un ensamble lleno de estudiantes a punto de graduarse y una brecha enorme con nosotros, que apenas arrancábamos el camino. Yo siempre me pregunte cómo y porque habíamos logrado pasar la audición de aquel ensamble, pues nuestras habilidades técnicas aun eran limitadas. Aún así, Arturo me sorprendió una vez más con su velocidad para adaptarse y llevar su cuerpo a los lugares que le pedían. Aquella expectativa lo impulsaba a ir rápido, lo ayudó a avanzar técnicamente, pero también a mi parecer sembró pequeñas frustraciones.
b. Hoy, Arturo posee las habilidades técnicas, pero sobre todo confía lo suficiente en su cuerpo como para permitirse llegar a lugares expresivos muy poderosos en la escena. Aquellas frustraciones, poco a poco han ido desapareciendo. Hoy Arturo no tiene las expectativas puestas en nadie más que en sí mismo.
Más adelante en la carrera, y en medio de la pandemia, compartimos de nuevo un ensamble esta vez acompañado por la maestra Jenny Ocampo. Al mismo tiempo, tomábamos juntos la técnica básica de danza contemporánea en la que apenas comenzábamos a descubrir la improvisación. Definitivamente seguir con la carrera de forma virtual fue uno de los retos más grandes que vivimos. Recuerdo ver a Arturo tratando de bailar en su sala, y golpearse con todo lo que lo rodeaba.
Yo percibo que este fue un momento de quiebre para él. La pandemia lo sumió en la incertidumbre de no saber cuál era el camino. Una de las cosas más difíciles al estudiar artes escénicas es proyectar el futuro con claridad. No es sencillo además con una carrera que te da tantas opciones para escoger sobre como formarte. Estás preguntas rodearon mucho tiempo la cabeza de Arturo, y lo llevaron a tomar distancia de la carrera y de su danza.
Fue necesario para el soltar para redireccionar su camino. Pasado un buen tiempo volvimos a encontrarnos, y fue muy reconfortante percibir a Arturo en un lugar de su vida mucho más tranquilo. Sin la sensación de estar corriendo detrás de alguien.
c. Hoy, quizá Arturo todavía no sabe cuál es el punto de llegada. Pero ha cobrado tanta importancia el proceso, que ya no se deja cegar por ese temor al futuro. Ahora disfruta del camino.
Hoy, viendo su último ensamble de la carrera nos recordé tomados de las manos muchas veces sin entender en que dirección íbamos. También nos recordé riendo y disfrutando plenamente cada una de nuestras clases, porque definitivamente esto nos apasiona.
Hoy, vi a un bailarín no solo limpio y confiado de su técnica, vi un ejecutante que pisa el escenario con convicción de que lo que hace es merecedor de estar allí. Vi un cuerpo no solamente grande en extensión, sino también en presencia y energía. Sentí una tranquilidad contagiosa aterrizada al presente y lista para salir al mundo profesional, sin prisa pero aún con las mismas ganas de responder todas sus preguntas.
El camino de Arturo ha sido ese de creerse capaz de nombrarse Artista. Estos seis años le han hecho entender que su vocación la ha tenido toda la vida. Y que nadie más que él mismo le da el título de Bailarín.
Hoy Arturo es artista, no porque yo lo diga, sino porque él por fin lo cree.
Sofia Duarte
Amiga y colega