enceguecerse
para encontrar en la oscuridad intermitencia lumínica
de la cicatriz.
Pienso en Arturo como una persona que se ha abierto camino en las artes desde la sinceridad, Arturo es muchos, lo he visto descubrirse dentro del cambio, haciendo de todas sus transformaciones, todos sus yo; lo que más lo potencia y construye. Él se agarra de quienes es y ha sido, los abraza y los lleva a la práctica artística, de Arturo admiro esto, su gracia para recibir la vida, para transformarse ante ella, para disfrutar todo lo que le trae, recibirlo y hacerlo tan propio. Y creo que esa sabiduría (tal vez inconsciente) con la que afronta la vida, es lo que lo ha guiado durante todo este camino de carrera artística.
Cuando conocí a Arturo pude verlo, pude ver que era muchos, que era gritón, apasionado, cómico, tímido, preguntón, sensible, curioso, sencillo, arrollador y sobretodo dispuesto con ternura al aprendizaje. Así he podido acompañarlo y reconocer que esto es lo que lo ha llevado a sumergirse en distintos caminos y procesos que lo construyen y lo hacen un artista que recolecta disciplinas, que sabe usar la amalgama que ha construido a favor de la creación. Arturo es una persona que reconoce sus capacidades desde la diferencia y utiliza estas herramientas para plantear nuevas maneras de hacer.
Arturo llegó a la carrera para enfrentarse por primera vez con su cuerpo e investigación; por eso me deslumbró cuando nos encontramos por primera vez en la clase de técnica Lopéz y lo vi abordar el movimiento con tanto amor, lo vi aterrizando cada secuencia que nos daba la maestra Neva a su cuerpo desde sus propias posibilidades, entusiasmado por los retos, por el nuevo lenguaje, y dedicado al trabajo minucioso para desarrollar con rigor la técnica. Así, aunque veía en él un miedo por desatar toda la potencia de su cuerpo que es gigante desde la elongación y expansión tanto en movimiento como energéticamente, siempre vi en el un territorio fértil para la danza.
Arturo tiene grandes capacidades corporales, que sé que se esforzó en desarrollar con paciencia y rigurosidad durante toda la carrera, por eso también resalto su confianza en el proceso, ese confiar en que la ética de trabajo da frutos y nos esclarece el proceso. Fue en esta clase que lo vi cada vez mas firme y afianzado en su movimiento, agarrando e interiorizando las herramientas que nos daba la maestra y potenciándose cuando se encontraba con conflictos, el conflicto para Arturo es un lugar de crecimiento, es su potencia para seguir. En esta técnica además vi lo generoso que era para el encuentro con el otro desde el movimiento, Arturo logra hacer del trabajo escénico un lugar seguro, aplaudiendo y potenciando a sus pares, estando dispuesto y abierto, confiando en el potencial del trabajo colectivo.
La siguiente clase en la que nos encontramos fue en el ensamble de “¿sigues ahí?” donde continuamos el proceso con la maestra Neva, quien para nosotros fue un pilar y una guía fundamental en este camino que llevamos de la mano, ella nos enseñó la potencia poética del movimiento, una búsqueda que nunca más volvimos a soltar. Aquí vi en Arturo Victoria Villamil un ser comprometido profundamente con su qué hacer, con una energía vital sorprendente, una nobleza gigante y un gusto tan voraz por el aprendizaje que siempre hace que trabajar a su lado se vuelva un eterno goce. Al poco tiempo de empezar este proceso llego la pandemia, que extrañamente fue un evento que hizo que forjáramos nuestra amistad, así Arturo se convirtió en un cómplice no solo en el trabajo artístico, sino en mi vida; convirtiéndose en potencia y referente en mi qué hacer, y el amigo entrañable y más cercano que tengo. Arturo es hoy mi familia.
Después de este semestre pasó un buen tiempo para volvernos a encontrar en clases, tanto él como yo tuvimos un periodo por fuera de la universidad, tal vez porque a razón de la pandemia no entendíamos muy bien como seguir, como volver al encuentro genuino con el otro, me atrevería a decir que soltamos un poco la confianza en el arte, pero al ver que sin esta practica no podíamos vivir decidimos regresar, y hacerlo con aun más entrega y preguntas. Sin embargo nos encontramos con problemas, nuestras resonancias y búsquedas habían cambiado y no sabíamos como atender a ellas, y además empezamos a ver cada vez mas pretensiones y egos en los espacios de clases; esto hizo que afloraran cada vez mas preguntas en nosotros, y gracias a la vida llegó como un soplo de renovación el maestro Yovanny Martinez a responderlas mientras nos dirigía en el ensamble “El burladero”, aquí él nos dio las herramientas para encontrarle el sentido de independencia a la danza, el juego de la infancia, la ruptura de estructuras, nos enseñó a pararnos desde nuestros contextos colombianos, a bailar desde la disidencia, desde la misma libertad. Él hizo que Arturo confiara con fervor en él mismo, en su cuerpo y su discurso. Este fue el punto de giro que necesitábamos. Así, nos encontramos en más clases como el Laboratorio de composición coreográfica con Humberto Canessa, las clases de técnica junto a Rafa Nieves, Juli Atuesta (que ha sido también una maestra que nos lleno de sabiduría y nuevas preguntas sobre la técnica, y nos abrió caminos fértiles para desarrollarnos como bailarines), y Yovanny Martinez, en las que hemos ido de la mano, descubriéndonos y revelando cada nuevo saber para nuestra exploración.
Soy testiga entonces del camino de Arturo en la carrera, de su crecimiento, de su pasión por entender, investigar, de abordar el conocimiento desde el cuerpo; de la deconstrucción de esa búsqueda por la perfección en la técnica, de la potencia en su lenguaje, de su apuesta a una danza poética, que se construye desde la honestidad, de entenderse compuesto por todos sus yo y traerlos a todos para componer, de consagrar al arte todo lo que él es, de creer en el arte desde su dimensión espiritual, de creer en el anarquismo en la pedagogía, en el desarrollo del conocimiento desde el cuerpo. Le agradezco el encuentro, el haber sido potencia, y su forma de hacer de su propio mundo un impulso para la creación, donde su cuerpo, deseos, vida, relaciones, amores e identificaciones son parte fundamental de su discurso.
Le auguro un futuro construido desde el devenir. Espero que Arturo se abra ante las fuerzas de la vida, que reciba toda la inmensidad que esta tiene para darle, y que nunca abandone el movimiento. Que la poesía y la magia lo lleven de la mano en todos sus procesos creativos y personales y que la vida me siga permitiendo a mi acompañarlo.
Maira García