LA CONSCIENCIA COMO DANZA

En lo personal, el aproximarme a la danza ha sido un tema que me ha conflictuado en aspectos tanto físicos como mentales. El hecho de constantemente buscar un fin en específico sin tener en cuenta mi realidad en tiempo presente, o los pequeños pasos que doy en pro de llegar a este, me han generado una innumerable cantidad de choques emocionales. Ha sido así, como la búsqueda por intentar mejorar mis condiciones de una forma amable pero autoexigente, se volvió una pregunta y compañía constante en mi proceso.

Justamente por este motivo, fue para mí fascinante el empezar a concebir y comprobar el cuerpo como un sistema, esta concepción me permitió entender muchas conexiones que mi cuerpo genera de manera automática, pero que yo mismo me había negado percibir y entender de una manera trascendental que me ayudara a llevar mi proceso a otro nivel en términos experienciales. Esta es una recolección de fragmentos de pensamiento, en la que plasmaré cómo concebí la relación con estímulos y pruebas, en términos sensoriales y de movilidad corporal que afectaron ámbitos variados de mi cuerpo, en pro de lo que inicialmente fue una búsqueda de ganancia de elasticidad en mis tendones de Aquiles a la hora de ejecutar pliés en la danza. 

Ha sido bastante interesante discernir una forma de entender la postura como otro aspecto a parte del socialmente establecido, recibir y acomodar las alineaciones de una forma más orgánica y que el cuerpo realmente agradece, y así entender que por el hecho de que mi coronilla se encuentre “lejos” de mis pies, no significa que no se vean afectados uno por el otro en la cotidianidad. De esta pequeña conexión, empezaron a crecer preguntas que han alimentado la investigación en primera persona. Esta experimentación ha sido enmarcada por los principios somáticos de la técnica de Alexander y la relación de esta con la daza, mezcla que me resultó sumamente interesante y en definitiva me ha hecho entender mi cuerpo desde un lugar diferente al que había acostumbrado. La concepción del cuerpo como sistema me ayudó a no frustrarme por no sentir que había conseguido un resultado, sino a mantener la curiosidad activa para buscar múltiples vías de acción para llegar a donde deseo y quedarme con las que mejor funcionen. 

En ese proceso, mis primeras intenciones fueron variando con el tiempo, haciendo que mi investigación se alejara más de un resultado tan específico y empezara a encontrar en diferentes lugares logros que aportaban a este fin. En consecuencia de esto se dio una ampliación en mi búsqueda, en la que, si bien, el resultado seguía siendo conseguir mayor profundidad en mi plié, decidí darme a mí mismo la oportunidad de reconocer cómo mi cuerpo en general evolucionaba. Fue así, que lo que en un inicio fue una búsqueda sumamente específica (dos tendones), progresivamente fue llegando al punto en que me interesaba toda la malla posterior de mis piernas (músculos, ligamentos y tendones), e incluso a ver cambios en zonas de mi espalda baja.

En definitiva, replantear ciertos conceptos me ha hecho comprender mi cuerpo desde una zona que en lo personal me ha hecho feliz de experimentar y encontrar ciertas ganancias que no hubiese podido reconocer sin entenderme como lugar de estudio. Justamente por esto es que mi concepción sobre mi cuerpo ha mutado al punto de no buscar un resultado específico, sino en buscar la mayor cantidad de posibilidades del mismo.

A los 11 años, aproximadamente, fue la primera vez que en una cita en pediatría me dejaron saber que mis tendones de Aquiles y mis isquiotibiales no habían tenido el mismo crecimiento que el resto de mis piernas. Aparentemente, mi crecimiento corporal se dio de una manera muy abrupta y acelerada en la que algunas partes de mi cuerpo (más específicamente en algunos tendones) no crecieron al ritmo que el resto de las extremidades. Al empezar a bailar, fue para mí demasiado evidente que la profundidad de mi plié era mucho menor que la de mis pares.

Así fue como vi nacer una de las preguntas más constantes que me han en mi recorrido como artista, entender de manera personal las alineaciones saludable para mi cuerpo, entendiendo los lugares que más tengo que trabajar y los que más puedo aprovechar, por esto que cuando me vi en la posición de buscar alguna cuestión anatómica que me llamara la atención, fue este el primer tema que me cautivó. En un inicio, esta situación para mí no era más que un chiste interno con mis  amigos más cercanos, en donde era gracioso el ver que mi cuerpo realmente no era capaz de mantener la forma de una sentadilla sin irse para atrás. Hasta que finalmente empecé a bailar, y me di cuenta que las posiciones más básicas de la danza requieren de una extensión que si bien no es enorme, es un gran reto para mis articulaciones. Esto afecta la manera en que mi cuerpo se aproxima saludablemente a posiciones o movimientos que requirieran flexiones o extensiones de esta zona, como un ejemplo más específico, los pliés. El ganar elasticidad en esta zona se convirtió en mi mayor foco de trabajo, casi que una obsesión.  

Después de dicho hallazgo me vi en la necesidad de buscar una forma en la que pudiese lograr explotar al máximo, y dentro de mis posibilidades, dicha limitación. Es así como empieza una experimentación con variados ámbitos, como la respiración, el entrenamiento, el estiramiento constante, la rotación, entre otras estrategias que me hicieron sentir ganancias. Debido a esto, encontré ciertas cosas que a la hora del trabajo independiente.

Descubrí factores como que la cercanía de una rodilla a la otra (en términos de rotación externa), puede generar que mis pies se pronen, y por ende da la posibilidad de que aparezcan dolores en la articulación de la rodilla después de hacer varias veces un plié. O que mis flexores de cadera en algunas ocasiones se tensan y son los que me dificultan la profundidad del plié. Y que no es solamente la malla posterior de mis piernas la que debe ser trabajada, sino que también el rango de movilidad de mis tobillos, ya que también se vio reducida por la falta de trabajo. Adicionalmente, mediante práctica y conversaciones con mis maestros, llegué a comprender que la parte emocional también podía influir en la rigidez de mi cuerpo, cuestión que me intrigó y motivó a seguir replanteando la investigación desde diferentes lugares, e involucrándome realmente como sistema en vez de intentar que solo mi parte corporal trabajara por un objetivo.

Es por esto, que mi búsqueda dejó de ser simplemente la profundidad del plié, y se vio acompañada por un interés en el que me permití la oportunidad de entender el movimiento desde lugares diferentes, tanto físicos como emocionales, propendiendo por encontrar un bienestar en el movimiento. Este proceso ha sido sumamente gratificante, y puedo decir con toda la seguridad que ha transformado la forma en que concibo mi cuerpo en la danza, en escena y, mucho más importante, en la cotidianidad.

Empecé a abordar el movimiento teniendo en mente siempre la premisa de “el cuerpo siendo un sistema que trabaja en conjunto física y mentalmente todo el tiempo, entonces, tal vez hayan maneras de encontrar dentro del movimiento caminos que ayuden a desbloquear las limitaciones tal vez sea posible encontrar dentro de dicha dificultad algún la desconexión emocional o sensorial que en realidad esté generando dichas complicaciones en la manera anatómica en la que funciona el cuerpo”, y la abracé como hipótesis. Es por esto, que me propuse como objetivo identificar esfuerzos negativos, tensiones y frustraciones innecesarias al momento de estar en movimiento, entendiendo estos dos conceptos como factores tanto físicos como mentales, y teniendo en cuenta que un bloqueo mental o emocional puede generar una disociación con el movimiento y por ende dificultades en la ejecución e imprecisión en las alineaciones. Esta investigación ha sido en lo personal un eje apasionante, que me mantenía constantemente buscando formas diferentes de abordar un plié y por ende en un interés firme por la danza, incluso dentro de sus bases.

El proceso de investigación en la universidad fue realmente gratificante, me permití explorar con las sensaciones, la musicalidad y la respiración. Elementos que sin duda alguna me ayudaron a, tal vez no ganar de inmediato mayor profundidad en el plié, pero sí me permitieron matizarlo y hacer que el movimiento se viese más como danza y menos como posición. Y aún más importante, me ayudaron a sentirlo. Después de este avance tuve un retroceso, llamado cuarentena. En lo personal el estar encerrado fue un tema que me conflictuó bastante y generó en mí las sensaciones menos cómodas de vivir. Y esto se vio reflejado en mi cuerpo. Por un periodo de tiempo de aproximadamente dos semanas la incertidumbre se apoderó de mí, y me hizo sentir tan incapaz de continuar con mi proceso desde casa que me lo creí. Al finalizar estas dos semanas, empecé a volver a los mismos hábitos del inicio de mi educación profesional, el juzgarme por no conseguir extensiones iguales a las de mis compañeros, con la diferencia de que dicha frustración no tenía el acompañamiento del movimiento para que fuese liberada, o por lo menos, trabajada.

En medio del estrés, entendí que mi proceso estaba en mis manos, y la situación dejó de sentirse tan abrumadora, que me permití buscar espacios de movimiento en casa. Empecé a estirar y hacer entrenamientos de fuerza, y los resultados dan sus pequeños pasos. Lo primero que hice fueron las clases de entrenamiento de fuerza, y pude evidenciar la falta de movimiento que le había permitido a mi cuerpo casi que al instante, el ejercicio y el después del mismo fueron tortuosos. En general todo me costaba más de lo que creí, y este sentimiento me frustró. Sentía mi abdomen, flexores de cadera, glúteos y articulación del hombro extremadamente débiles. Para complementar este entrenamiento en casa, empecé a asistir a clases de estiramiento, en las que mi intención inicialmente fue seguir con la exploración de ejercicios que me ayudaran a generar mayor extensión en la parte posterior de mi pierna. Esto fue un trabajo que al principio se me dificultó, pero poco a poco he aprendido a llevar.

Fue durante este momento cuando el concepto de “músculo antagonista” realmente se volvió claro para mí. En las sesiones de estiramiento empezamos con ejercicios pasivos, que son mantener posiciones para despertar el músculo y estirarlo, pero terminamos con estiramientos activos que hacen que el proceso sea más efectivo, menos riesgoso en términos de lesiones y despierte una cierta sensibilidad interna en el cuerpo. Otro concepto que se me hizo sumamente interesante de descubrir en mi proceso, fue el de las cadenas musculares y la relación que estas tienen con todo el cuerpo debido a la fascia. Un jueves, después de haber hecho mis clases (ambas enfocadas al tren inferior ese día) decidí ponerme en posición de niño para reposar mi zona lumbar, me llevé una sorpresa al ver lo cerca que estaba mi pecho del piso. Así entendí que los estiramientos que yo había intencionalmente hecho para mis isquiotibiales, tendón de Aquiles y glúteos, habían incidido indirectamente en la elasticidad de mi zona lumbar.

Este tipo de espacios hicieron que mi tendón de Aquiles siguiera siendo una preocupación, pero mi cuerpo completo se volviera una materia de investigación, y esa curiosidad hizo que empezara a buscar intereses nuevos en las cosas que tenía normalizadas. Fue interesante para mí el coger confianza en ciertas actividades y ver cómo mi actitud al afrontarlas con frecuencia se era transformable, el dialogo personal se volvió invaluable en mi proceso.  Si bien esta investigación no fue precisamente como yo lo esperaba debido a la pandemia, en definitiva mi exploración nunca se detuvo, y fue fructífero mantener en movimiento un proceso que requería de mí.

Me parece importante resaltar que la investigación estuvo relacionada al método de Alexander y enmarcada bajo tres textos principales como base teórica, el libro “Looking at Ourselves” de David Gorman, ya que esta es la fuente que más clara ha sido para mí, y más me ha ayudado a entender que todo mi cuerpo es un sistema, y que por medio de un control primario efectivo puedo conseguir que todas mis funciones anatómicas sean desarrolladas de manera óptima. De este libro lo que más me llamo la atención fue, como ya lo mencioné, como se explican los motivos por los cuales la postura que socialmente entendemos como óptima realmente es atroz para el cuerpo. E inmediatamente empecé a generar relacionamientos con mi danza, para poder re-plantear mis primeras aproximaciones, formas.

Ya que esta investigación está enfocada a la danza, la lectura del texto “Dance and the Alexander Technique” de Luc Vanier y Rebecca Nettl-Fiol es para mí de suma importancia, ya que me ayudó a generar una conexión directa entre la forma en que se desarrolla una técnica tan definida como lo es la danza clásica en torno a un principio somático para permitir que un ejecutante trabaje desde el cuidado propio. Este texto se me hizo muy interesante, hay fragmentos que me permitieron entender un poco esta relación entre la técnica de Alexander y la danza desde la somática. En este libro se estudia el desarrollo de movimientos en relación con los principios de la danza y los más básicos elementos de la coordinación y el equilibrio (Nettl-Fiol y Vanier, 2011).

El texto “Dance Imagery for Technique and Performance” de Eric Franklin, que siento me ayudó a generar ese interesante punto entre lo que es abordar un movimiento desde una imagen mental y no la imitación de la forma. Este texto estuvo lleno de citas que me llamaron la atención, pero una de las más cautivantes fue “los bailarines no deben tenerle miedo a la información, sino simplemente ser selectivos con cómo esta es usada” (Franklin, E., 1996, p.53). Esta frase me capturó y me hizo tener esta idea en mente sobre la forma en que más allá de un bloque, la mente es un dibujo sin colorear, y la función de la información es llenar los espacios, siendo ocupación propia escoger en qué lugar se usará cierta tonalidad.

Finalmente, me aferré al texto “Huellas y Tejidos, Historias de la danza contemporánea en Colombia”. Un libro que está basado en entrevistas bailarines colombianos sobre su carrera y su método para abordar la danza. La entrevista que más me gustó fue la de Hernando Eljaeik, ya que hablaba de un acercamiento a su forma de entender la danza desde un aspecto, a mis ojos, sumamente somático y que complementa muy bien mis ideas con esta investigación. Él menciona que su “deseo más grande es hacer que las personas entiendan la técnica del ballet, no haciendo una quinta porque la tienen que hacer, sino desde la reflexión e investigación sobre el cuerpo.” (Lagos, A., & Carvajal, B., & Atuesta, J., & Roa, M., 2011, p.138).

Después de relacionar mis intereses personales con los contenidos de estos libros, el mayor de los hallazgos de mi proceso en el este periodo de investigación fue el entendimiento de mi cuerpo como un sistema, que más allá de estar divido por partes (como tren superior e inferior) realmente se encuentra diseñado para funcionar de mejor manera al ser utilizado en su totalidad. Es una conclusión que si bien creí haber entendido e interiorizado, fue de manera netamente intelectual y no práctica. Ahora me permito más abiertamente la búsqueda de la sensación, el cómo afecta mi totalidad el movimiento y me disfruto recorriendo los espirales que mi cuerpo me ofrece desde su anatomía.    

 Por otro lado, entendí que muchas veces la alineación de mi plié deja de ser saludable por el esfuerzo que pongo en este. Y llegué a la conclusión de que en vez de buscar lograr lo máximo a la hora de estar en esta posición, debo darle mayor prioridad a buscar mejoras durante mi proceso para que estas se vean a la hora de bailar, y así, no presionarme de más en aquellos momentos, ya que se corta el dinamismo de la ejecución. Conseguí comprender el poder de la mente sobre el cuerpo y la fuerza que tienen estos al trabajar al unísono. En gran medida en las clases de entrenamiento y estiramiento sentí que mi mente me generaba bloqueos que no me permitían ciertas cosas, mismos bloqueos están en más aspectos de mi vida, los lugares a trabajar se van esclareciendo cada vez más.

Hay dos aspectos con los que no me siento del todo realizado todavía, pero que siguen siendo puertas para investigarme más a fondo. El primero es conseguir mediante las herramientas ya aprendidas una mayor profundidad en el plié y por ende una mejor extensión de la musculatura posterior de mis piernas. El segundo va en definitiva más enfocado a conseguir este “poder mental” y conseguir un balance entre poder sentir sin que estas emociones se apoderen de mí, sino aprender a usarlo para nutrir mi arte. Aunque efectivamente pude definir ciertas cosas que  me ayudan a encontrar calma en medio de la frustración, aún me falta mucho trabajo para sentirme dueño de este cuerpo lleno de emociones y dejar de verlas como un ente ajeno a mí a la hora de bailar.

La concepción del cuerpo como un sistema es una idea que desde este momento considero relevante para cualquier persona, tanto artista como no, y la separación entre pensamiento y movimiento es a hoy una idea absolutamente ilógica para mí.

 

Bibliografía: 

Gorman, D. (1997). Looking at ourselves. Estados Unidos: LearningMethods Publications

Nettl-Fiol, R., & Vanier, L. (2011). Dance and the Alexander Technique. Estados Unidos: University of Illinois Press 

Franklin, E. (1996).  Dance Imagery for Technique and Performance. Estados Unidos: Human Kinetics Publishers.

Lagos, A., & Carvajal, B., & Atuesta, J., & Roa, M. (2011). Huellas y Tejidos, Historias de la danza contemporánea en Colombia. Colombia: Ministerio de Cultura. 

Clippinger, K. (2016). Dance Anatomy and Kinesiology. Human Kinetics.

Cohen, B. B., Nelson, L., & Smith, N. S. (2008). Sensing, Feeling, and Action: The Experiential Anatomy of Body-mind Centering. Ingram.

Victoria, A. (2020). Bitácora Personal.